martes, 14 de diciembre de 2010

Perché mi piace sia la moto

(Colaboración aportada por el amigo Rodrigo Martín)

"Miren: el empeine de mi zapato izquierdo está gastado, tengo los dedos sucios, mi ropa huele a aceite y humo, uso campera en verano y estoy siempre depeinado: soy un entusiasta piloto de motocicleta. Bueno, suena pretencioso... digamos mejor que me gusta mucho andar en moto (no termino de digerir el término motoquero, tiene un fondo primitivo y por lo general se les llama así a los muchachos de la mensajería - modernos y urbanos Hermes - que merecen un capítulo aparte, pero de los que decididamente no formo parte).

Dicen que una moto es una máquina con dos ruedas abajo y un loco encima, que en la moto el paragolpe sos vos, que los que andamos en moto somos sucios y malos... y me parece que esta manera de simplificar es tan ridícula como la de quien dice que el fútbol son 22 tipos corriendo atrás de una pelota (como es mentira que Borges haya dicho tal soncera). Tampoco vamos a pensar que todos los que andan en moto son ángeles... ¿acaso un vehículo puede determinar un carácter, o peor: discriminarlo?
Señores: en moto andan locos, cautos, piolas, giles y todas las variedades - las mismas - que encontraremos en la calle caminando, en los autos, en el trabajo y en la casa.

Apenas puedo reseñar mi experiencia personal: a los catorce años una profesora de literatura alucinada nos leyó La Noche Boca Arriba, y entre los aztecas y la moto me gustó más la moto. Y ¿por qué, qué me gusta de andar en moto? No lo sé muy bien, pero no es el viento en la cara, ni la sensación de libertad.... es otra cosa: todo es más intenso, el frío, los ruidos, uno está más cerca del mundo. Hay una curva, en los bosques de Palermo, por donde paso todos los días, o casi todos. Los árboles han hecho un túnel y el sol se cuela entre las hojas... es en esos segundos donde sé exactamente por qué me gusta andar en moto, en esa dosis de ensueño diaria... pienso que un sueño así no vuelve más, me pinto las manos y la cara de azul, de pronto me rapta el viento y comienzo a volar en el cielo infinito... "

Fragmento (traducido) del libro de lectura Piccoli Figli De Una Grande Sette, Parma, 1968.